Nuestro cuerpo está lleno de zonas reflejas. Un ejemplo de ello son los pies (reflexología podal), las manos (reflexología manual), las orejas (auriculoterapia) o la cara (face-lift). Pero lo que muchos no saben es que la espalda también cuenta con zonas reflejas que nos dan pinceladas sobre nuestro estado de salud físico y emocional. De hecho, hay autores que sostienen que la mayoría de las contracturas son generadas por un determinado estado emocional, es decir, son psicosomáticas.
Por este motivo, un masaje nos proporcionará cambios no sólo a nivel físico sino también mental, emocional e incluso energético.
A través de la espalda podemos saber si hemos acumulado rabia (que se reflejará en la zona concreta del sistema digestivo, pues tiene mucha relación con éste), si nos preocupamos en exceso, padecemos problemas hormonales o sufrimos una etapa de ansiedad. Trabajando específicamente sobre estas zonas a nivel local o/y reflejo podemos ayudar al paciente a desbloquear estados en desequilibrio.
Todo esto tiene su fundamento en la Medicina Tradicional China que sostiene que nuestro cuerpo está dividido en zonas llamadas meridianos que tienen correspondencia con determinados órganos de nuestro sistema.
Siempre es bueno ver más allá y por eso es conveniente saber que si nos encontramos atascados en alguna dimensión de nuestro ser un simple masaje nos puede "mover" ciertos aspectos psico-físicos que se encontraban ocultos. Es bueno comentarle esto a la persona que acude a nuestra consulta para que lo tenga en cuenta, no se asuste y sepa verlo como un proceso más de crecimiento personal.
Para potenciar el efecto del masaje podemos acompañarlo de Flores de Bach, Aromaterapia egipcia (utilizar con precaución y conocimiento ya que no son esencias al uso), Aromaterapia clásica o con cualquier otra técnica enérgetica (Reiki).
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